Y el gas asesino llegó a la explanada
Tras la inauguración de la fábrica varías sequías consecutivas arruinaron a los campesinos, que a partir de entonces no pudieron permitirse el lujo de comprar Sevin. Ya desde el principio la fábrica no contaba con todas las medidas de seguridad previstas en el proyecto inicial y posteriores recortes en el presupuesto hace que paulatinamente la fábrica las desconecte en su práctica totalidad. Entre los recortes se encuentra la reducción del personal hasta prácticamente la mitad de los empleados, sobre todo técnicos y obreros especializados cuyas funciones pasan a obreros sin los conocimientos necesarios. Además se reducen los costes de mantenimiento por lo que disminuye la calidad de los elementos y su tiempo de uso.
Ya en 1976 hay indicios del mal funcionamiento de la planta, las aguas residuales de Union Carbide contaminan las aguas de unos pozos cercanos provocando la muerte de varios animales que abrevaban en ellos. Dos años después, en 1978, un incendio en la unidad de alfa-naftol provoca la alarma de la población. En 1981 fallece un obrero por inhalación de gas fosgeno; el trabajador había resultado impregnado de este gas por una fuga en una válvula. Por último, en 1982, en plena crisis de ventas, 25 obreros resultan intoxicados al inhalar el mismo gas tras una avería en una bomba. En este caso, los obreros deambulaban por las instalaciones sin ningún tipo de medidas de autoprotección.
Por último a partir de 1983, la fábrica de Bhopal sólo se pone en funcionamiento en la medida en que así lo requiriere la demanda del mercado, y con ella se paran también los sistemas de seguridad: se apaga el sistema de refrigeración de las cisternas de Isocianato de metilo, se desactiva la torre de descontaminación y se apaga la llama de la torre incineradora. Además los responsables de Union Carbide enmudecieron la sirena que advertía de la fuga de gases para no causar continuas alarmas entre la población, dado que se producían constantemente escapes leves a todas horas de día y de noche.
En el verano de 1984 se decreta el cierre de la fábrica y se pasa al plan de desmantelamiento barajando los posibles países destinatarios de los equipos de la fábrica que aún se encuentran en un estado aceptable. Sin embargo, cuando sucedió la catástrofe aún no se había concretado esta operación y en las cisternas que contenían el MIC aún se guardaban 64 toneladas del inestable producto.
Se unen por tanto cuatro factores que desencadenan la tragedia del 3 de diciembre de 1984:
• Carencia de personal técnico especializado
• Corrosión de los materiales y equipos
• Desactivación e inutilización de las medidas de seguridad:
La noche del 2 de diciembre, mientras unos obreros realizaban tareas de limpieza con agua a presión en el interior de unas canalizaciones de isocianato de metilo sin tomar las debidas precauciones. Los operarios no habían cerrado el conducto de entrada al depósito de almacenamiento del MIC (42 toneladas) y el agua junto con los desechos que arrastraba se filtraron dentro de la cisterna. Conectadas a ella estaban las otras dos, que contenían otras 20 y 1 toneladas de la misma sustancia. Al contacto con el MIC se produjo una violenta reacción exotérmica del líquido, que pasa rápidamente a estado gaseoso desprendiendo calor. Como el sistema de refrigeración no funciona, en cuestión de segundos la presión en el interior de la cisterna aumenta alarmantemente. El acero con que está construida la cisterna aguanta bien la presión, pero el gas busca salida y la encuentra en las válvulas de seguridad, que estallan por efecto de la sobrepresión y se produce la fuga tóxica.
Debido al aumento de temperatura y la violenta reacción del MIC, éste comienza a descomponerse en varios gases muy tóxicos, incluso letales: fosgeno, monometilamina y ácido cianhídrico (gas que bloquea de forma inmediata la acción de las enzimas que transportan el oxígeno hasta el cerebro, provocando la muerte por insuficiencia respiratoria). Todos ellos tienen una densidad superior a la del aire, por lo que se mantienen prácticamente a nivel del suelo. El viento empuja esta nube tóxica y la dirige hacia el sur, hacia la explanada negra.
Las cifras son escalofriantes:
La reacción de la empresa:
Además hubo una serie de efectos medioambientales: animales domésticos de todo tipo perecieron en la catástrofe: caballos, perros, gatos, vacas, búfalos, aves, etc, que convivían en los mismos espacios que el ser humano, por lo que centenares de cadáveres de estas especies quedaron esparcidos por las calles de Bhopal. Horas y días más tarde, sus cuerpos se descomponían a la intemperie, lo que suponía un doble riesgo para la población superviviente: la posible aparición de una epidemia de cólera y el consumo de carne animal infectada. Además se contaminaron las aguas de los pozos y la tierra por metales pesados y contaminantes orgánicos persistentes (COPs).
Ya en 1976 hay indicios del mal funcionamiento de la planta, las aguas residuales de Union Carbide contaminan las aguas de unos pozos cercanos provocando la muerte de varios animales que abrevaban en ellos. Dos años después, en 1978, un incendio en la unidad de alfa-naftol provoca la alarma de la población. En 1981 fallece un obrero por inhalación de gas fosgeno; el trabajador había resultado impregnado de este gas por una fuga en una válvula. Por último, en 1982, en plena crisis de ventas, 25 obreros resultan intoxicados al inhalar el mismo gas tras una avería en una bomba. En este caso, los obreros deambulaban por las instalaciones sin ningún tipo de medidas de autoprotección.
Por último a partir de 1983, la fábrica de Bhopal sólo se pone en funcionamiento en la medida en que así lo requiriere la demanda del mercado, y con ella se paran también los sistemas de seguridad: se apaga el sistema de refrigeración de las cisternas de Isocianato de metilo, se desactiva la torre de descontaminación y se apaga la llama de la torre incineradora. Además los responsables de Union Carbide enmudecieron la sirena que advertía de la fuga de gases para no causar continuas alarmas entre la población, dado que se producían constantemente escapes leves a todas horas de día y de noche.
En el verano de 1984 se decreta el cierre de la fábrica y se pasa al plan de desmantelamiento barajando los posibles países destinatarios de los equipos de la fábrica que aún se encuentran en un estado aceptable. Sin embargo, cuando sucedió la catástrofe aún no se había concretado esta operación y en las cisternas que contenían el MIC aún se guardaban 64 toneladas del inestable producto.
Se unen por tanto cuatro factores que desencadenan la tragedia del 3 de diciembre de 1984:
• Carencia de personal técnico especializado
• Corrosión de los materiales y equipos
• Desactivación e inutilización de las medidas de seguridad:
- Los indicadores de temperatura y presión no eran confiables, lo que llevó a desestimar sus mediciones.
- El depurador de gas había sido clausurado por mantenimiento.
- El sistema de refrigeración necesario para el almacenamiento estaba desactivado por razones de ahorro.
- Se carecía de sistema efectivo de alarma (solo había una manual que se había desconectado de la sirena pública).
- No existía un plan de evacuación.
La noche del 2 de diciembre, mientras unos obreros realizaban tareas de limpieza con agua a presión en el interior de unas canalizaciones de isocianato de metilo sin tomar las debidas precauciones. Los operarios no habían cerrado el conducto de entrada al depósito de almacenamiento del MIC (42 toneladas) y el agua junto con los desechos que arrastraba se filtraron dentro de la cisterna. Conectadas a ella estaban las otras dos, que contenían otras 20 y 1 toneladas de la misma sustancia. Al contacto con el MIC se produjo una violenta reacción exotérmica del líquido, que pasa rápidamente a estado gaseoso desprendiendo calor. Como el sistema de refrigeración no funciona, en cuestión de segundos la presión en el interior de la cisterna aumenta alarmantemente. El acero con que está construida la cisterna aguanta bien la presión, pero el gas busca salida y la encuentra en las válvulas de seguridad, que estallan por efecto de la sobrepresión y se produce la fuga tóxica.
Debido al aumento de temperatura y la violenta reacción del MIC, éste comienza a descomponerse en varios gases muy tóxicos, incluso letales: fosgeno, monometilamina y ácido cianhídrico (gas que bloquea de forma inmediata la acción de las enzimas que transportan el oxígeno hasta el cerebro, provocando la muerte por insuficiencia respiratoria). Todos ellos tienen una densidad superior a la del aire, por lo que se mantienen prácticamente a nivel del suelo. El viento empuja esta nube tóxica y la dirige hacia el sur, hacia la explanada negra.
Las cifras son escalofriantes:
- 8.000 muertos en el acto.
- 12.000 han muerto durante estos 20 años como consecuencia de las enfermedades que les produjo el escape.
- Más de 150.000 supervivientes permanecen graves y necesitan todavía asistencia médica.
- Muchos niños nacidos después del desastre sufren malformaciones y enfermedades asociadas al gas tóxico.
La reacción de la empresa:
- Primero sostuvo que el MIC no podía tener efectos dañinos, ya que no es más fuerte que el gas lacrimógeno y que sólo debían lavarse las partes afectadas con agua.
- Denunció un sabotaje (pero no especificó culpables).
- En días posteriores el presidente de Union Carbide declaró que la empresa fue “moralmente responsable” de la tragedia.
- La planta se clausuró sin realizar tareas de descontaminación.
Además hubo una serie de efectos medioambientales: animales domésticos de todo tipo perecieron en la catástrofe: caballos, perros, gatos, vacas, búfalos, aves, etc, que convivían en los mismos espacios que el ser humano, por lo que centenares de cadáveres de estas especies quedaron esparcidos por las calles de Bhopal. Horas y días más tarde, sus cuerpos se descomponían a la intemperie, lo que suponía un doble riesgo para la población superviviente: la posible aparición de una epidemia de cólera y el consumo de carne animal infectada. Además se contaminaron las aguas de los pozos y la tierra por metales pesados y contaminantes orgánicos persistentes (COPs).
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