Ayer hice una minivisita a mis progenitores y la cosa dio como poco pa una entrada en el blog. Cuando entré en casa me encontré a mi madre desquiciada de los nervios porque nuestra querida lavadora (hay que ver el cariño que le coge uno a las cosas después de 25 años) había decidido poner fin a sus días de servicio a la comunidad, pegándose fuego. Y justo en ese momento, en la incubadora que estaba colocada sobre ella nació un pollito. ¿Habrá tomado el alma de la lavadora el cuerpo del pollito?
Pollito-lavadora
¿Tendremos un pollito centrifugador? ¿Cómo reaccionarán sus hermanos al olor a chamusquina que seguro quedó impregnado en su piel? ¿Aceptarán sin reservas al Pollito-lavadora? ¿Y su mamá, le querrá igual? ¿Habemus pollito feo?.
Oye, que los hermanos tampoco son muy bonitos que digamos...
Como veis, dentro de la burbuja de luz, como la vecinita llama a la incubadora, hay más huevos. Tal vez si el alma de la lavadora se repartió entre todos los huevos mi madre podría evitar comprar una nueva lavadora. Pondría a los pollitos en fila, uno que lave, otro que enjuague y otro que centrifugue. Si saliera un cuarto que tendiera y un quinto que planchara sería la reostia, y mi madre super feliz.
La burbuja de luz
Ssssssss, mejor no me adelanto a los acontecimientos, no vaya a ser que llegue a oídos de los pollos y acabe teniendo otra entrega de Evasión en la Granja, sólo que esta vez sin ayuda de ningún indeseable.
Evasión en la granja I
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