Si amiguitos, ayer Doraemon me hizo una finta y logró finalmente despistarme. Tras una cena copiosa y unas buenas cervezas en un retroconvocado Blogs&Gofio (II), salí del Ladrón de Mandarinas sin mi adorado icono.
Hasta McQueen ha notado su ausencia, esta mañana andaba ahogado en llanto por lo que una vez más llegué tarde a currar.
Mi esperanza es que tal vez decidió pasar una noche loca con sus miniyo, espero no le haya cogido el gustito. Esta tarde me pasaré por el bareto por si lo encontraron con un coma etílico por algún rincón. O tal vez se haya escondido en el lustroso tupper que ornitorrinco le ofrendó al gladiador, con lo que estará de mano de la becaria.
A último remedio entraremos en conexión mental con Lobatón mientras con un cordoncito le ataremos los güeviños y le cantaremos... Lobatón, Lobatón, hasta que no encuentres a Doraemon no te los desato.
Con San Cuncunfato funciona.
1 comentario:
menos mal que apareció, vaya pedazo susto!!!
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